La observación no solo es la capacidad de percibir las cualidades y fenómenos del mundo externo por medio del sentido de la vista. También existe el sentido de observación interior que nos faculta para percibir los procesos mentales y emocionales que se manifiestan en nuestra psicología.La observación exterior, así como la interior es un estado que requiere de atención consciente.
Con la participación de la atención la observación deja de ser un simple sentido de percepción y se convierte en una herramienta de estudio. En este caso no solo participa el sentido de la vista, sino que también cuenta el aporte de los demás sentidos.
El sentido de observación interior, también conocido como “auto-observación” es el fundamento principal del conocimiento de uno mismo. Gracias a él podemos descubrir todos los sistemas psicológicos con los que estamos programados y comprender los engranajes de nuestro condicionamiento.
El atrofiamiento de la observación
Uno de los obstáculos más rotundos para el auto conocimiento, para el despertar y para la comprensión de cualquier cosa es el estado de atrofiamiento en que se encuentra nuestra capacidad de observación tanto exterior como interior. Hemos desarrollado por costumbre el estado de inatención y vivimos sumergidos en ocupaciones psicológicas involuntarias, en proyecciones fantasiosas, especulaciones, recuerdos y diálogos internos que obstruyen toda nuestra capacidad receptiva.
A lo largo del día nuestros sentidos entran en contacto con muchas cosas de las cuales observamos muy pocas. Cuando estamos inatentos podemos leer toda una página de un libro y darnos cuenta al final que no recordamos nada de lo leído. Podemos estar frente a objetos que pasan inadvertidos para nuestra vista. Podemos escuchar las palabras de una persona sin captar nada de lo que está diciendo.
La observación no solo requiere del aporte de los sentidos, sino de la presencia de un estado receptivo de atención. Cuando el estado de atención se pierde no podemos ver, escuchar, ni captar nada que este más allá de lo que nosotros mismos emitimos.
El atrofiamiento de la atención no solo nos vuelve incapaces para percibir la realidad externa, sino que también nos impide hacernos conscientes de lo que ocurre y se manifiesta constantemente en nuestra psicología. Si no podemos observarnos internamente, no estaremos en capacidad para tomar conciencia de todas las contradicciones psicológicas y emocionales que nos caracterizan. No podremos percibir la estructura de nuestros sistemas psicológicos y por lo tanto estaremos distantes de la comprensión, del despertar, de la sabiduría y del cambio.
Diferenciar pensamiento de observación
Observación y pensamiento son dos estados en los que puede manifestarse nuestra atención.
Ambas son actividades que tienen lugar en el mundo interior. Que debemos estudiar, conocer y diferenciar.
Con la observación la atención se manifiesta en estado receptivo y por eso nos faculta para descubrir. Cuando entramos en contacto con algo nuevo tenemos que observarlo atentamente para entenderlo y conocerlo. No podemos utilizar el conocimiento acumulado por el pensamiento para descubrir y comprender lo nuevo. Por eso podemos decir que la observación nos permite ingresar a la esfera de lo desconocido.
El pensamiento y todas las actividades emocionales que lo acompañan no es receptivo sino emisor. Reproduce la información que hemos registrado en el pasado. Cuando percibimos las cosas a través de valores y etiquetas mentales, las asociamos con las clasificaciones y emociones de experiencias pasadas. A diferencia de la observación, los procesos de reconocimiento e interpretación del pensamiento pertenecen a la esfera de lo conocido.
El pensamiento y la observación son estados de atención que pertenecen a esferas opuestas. Con la observación somos receptores de lo desconocido y con el pensamiento emisores de lo conocido.
Cuando la atención se sumerge en la reproducción incesante de lo acumulado y conocido, se duerme y vuelve incapaz de percibir y descubrir lo nuevo. Este estado es conocido como “sueño de la conciencia”.
Cuando la atención se manifiesta receptiva a través de la observación puede descubrir y captar lo nuevo. Percibir la realidad sin distorsiones, tal como es. Este estado de la atención permite el descubrimiento y el contacto con la verdad que conducen a la sabiduría y al despertar de la conciencia. Por eso todos los grandes sabios y maestros de la sabiduría enseñaban la importancia de recuperar el estado de atención receptiva y de observación.
El pensamiento y la observación son dos estados psicológicos sutiles y por eso tendemos a confundirlos. Sin embargo, estudiándolos podremos reconocer sus diferencias.
Podemos reconocer que un pájaro está cantando pero eso no quiere decir que le estemos prestando atención.
Podemos reconocer el paisaje de un camino pero eso no quiere decir que lo estemos observando.
Podemos opinar afirmando que una actitud psicológica es buena o mala pero eso no quiere decir que la estemos observando.
Podemos reconocer que estamos siendo dominados por un estado psicológico perjudicial, pero eso no quiere decir que lo estemos observando.
Solemos pensar que estamos observando algo cuando en realidad lo estamos reconociendo o asociando a las clasificaciones del pensamiento. Una vez que clasificamos las cosas, las damos por conocidas y dejamos de ser receptivos a ellas.
Para que haya observación y descubrimiento en el mundo exterior debemos prestar atención para ver, escuchar, palpar, gustar y oler como si fuera la primera vez.
Para que haya observación y descubrimiento en el mundo interior debemos prestar atención para percibir nuestros estados psicológicos, sus cualidades, causas y efectos como si fuera la primera vez.
La sabiduría que proviene de la observación no necesita ser acumulada porque ella siempre viene acompañada de su propio impacto. El conocimiento de la mente está formado de figuras acumuladas que se olvidan con el tiempo. Porque no fueron obtenidas por la experiencia directa ni fijadas en la conciencia por el impacto de la comprensión.
Estudiarse a sí mismo
Para conocerse hay que aprender a estudiarse a sí mismo; lo que implica observar atentamente todo cuanto hacemos, decimos, hablamos, pensamos y sentimos.
Observar atentamente todas nuestras respuestas, impulsos, temores, deseos, intereses, omisiones, etc.
Observar atentamente las causas de nuestros estados psicológicos y acciones, así como también sus respectivos efectos.
Observar atentamente nuestras relaciones con personas, ambientes y situaciones, así como también los procesos psicológicos que se mueven detrás de ellas.
Para conocerse a sí mismo hay que observar atentamente el fenómeno de la vida en todas sus áreas y detalles.
Estudiar es descubrir lo desconocido. Por eso es una actividad que pertenece a la esfera de la observación y no del pensamiento. Estudiar no es memorizar, no es rotular, no es clasificar, no es aceptar o rechazar.
Debemos estudiarnos a sí mismos como si fuéramos un biólogo que se interna en el bosque intentando comprender el comportamiento de una especie desconocida por la ciencia. El biólogo no puede apoyarse en ninguna teoría conocida para entender una especie jamás estudiada. Debe buscar el animal y observarlo atentamente sin aportar nada de sí mismo.
Observador y observado
Para conocernos a sí mismos debemos aprender a dividirnos interiormente en observador y observado. La atención es la parte receptora. El observador.
Los pensamientos, emociones, deseos, etc. son la parte emisora. Lo observado.
Cuando nos dividimos en observador y observado, somos tanto quién estudia como el elemento que es estudiado. Esta división nos permite descubrir y entender los estados psicológicos que se nos manifiestan sin identificarnos con ellos. Como si estuviéramos estudiando a otra persona.
El yo revela todo su contenido si se le cuestiona como el psicoanalista lo hace con su paciente. Así podemos preguntarle: ¿Qué es lo que busca con esa actitud? ¿Cuáles son sus causas? ¿Por qué produce estas sensaciones? ¿De donde aprendió eso? ¿Por qué? Etc. Cada estado psicológico nos irá revelando su contenido, permitiéndonos tomar conciencia de su estructura, razón de ser, fundamentos, causas, vínculos con otros estados, etc.
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